Lecciones y recuerdos que el 27 /F dejó en la comunidad sansana

28 · febrero · 2011

USM.cl / Noticias ConcepciónFuncionarios, docentes y administrativos comparten su historia

Lecciones y recuerdos que el 27 /F dejó en la comunidad sansana

Nadie olvidará la hora. El momento en que todo parecía, literalmente, derrumbarse en la vida de miles de chilenos. Las 3.34 del 27 de febrero del 2010, quedará grabado a fuego en la memoria de todos los que sufrieron la furia del quinto terremoto más grande del que se tenga registro en la historia moderna. Y es que la madre naturaleza no se conformó con ello. Minutos más tarde, comunas y localidades costeras de la sexta, séptima y octava regiones fueron arrasadas por el mar, entre ellos, el querido puerto de Talcahuano.

Con la luz del sol, nuestra universidad también evidenció la magnitud del evento. La comunidad sansana lamentó la destrucción parcial de algunos inmuebles, fallecimientos de familiares y las pérdidas materiales de alumnos, funcionarios y docentes. El agotamiento por todas las horas de incertidumbre y miedo se reflejó en cada uno de los rostros que componen la comunidad universitaria durante la entrada a clases en el mes de abril.

Fue un año difícil, pero con el esfuerzo de todos, la ciudad y la sede se han ido levantando.

Diversos son los testimonios y las circunstancias en la que cada una de las personas vivió el terremoto. A un año del suceso, autoridades, funcionarios, docentes e integrantes de nuestra universidad, analizan el curso de los hechos, agradecen las muestras preocupación y reflexionan sobre las lecciones que dejó el llamado 27/F.

“El terremoto nos cortó la proyección del futuro”
Andrea Chávez Gutiérrez, administrativa de Biblioteca

“Ha sido complicado. Quedamos con esa sensación de angustia y miedo. Yo soy de Talcahuano, de San Vicente y ahí fue muy fuerte todo. Yo estaba en casa y con mi familia tuvimos que arrancar para el cerro. Los saqueos fue una cosa tremenda, pero con los días y con la llegada de los militares, la  luz y el agua, la vida se empezó a normalizar. Cuando vine a la universidad, fue impresionante ver cómo los libros y los estantes estaban todos en el suelo, pero nos pusimos de inmediato a ordenar. Creo que una de las lecciones más relevantes que me dejó el terremoto fue apreciar aún más a la familia y valorar la unidad entre nosotros. El terremoto nos cortó la proyección del futuro, por lo que ahora me dedico a vivir el día a día, a disfrutarlo y que no pase simplemente ante mis ojos. Claramente, también he tomado más resguardos en mi casa. Estos eventos de la naturaleza van a seguir pasando y hay que estar preparados”.

“El turno estaba tranquilo, hasta esa hora”
Ramón Rivas Schulz, guardia de seguridad.

“Me estaba preparando mi cafecito de noche, cuando empezó el movimiento. Estaba todo bien, el turno tranquilo, hasta esa hora. Yo no me asusté mucho, porque también viví el terremoto de 1960, así que estaba calmado, pero tuve compañeros que entraron en pánico por su familia. Sentí la quebrazón de vidrios, la caída de elementos y cuando la tierra se calmó, partí de inmediato a inspeccionar con el resto de los colegas. A los minutos, el subdirector, don Jorge Urrutia, llamó para preguntar por el estado de las instalaciones. Había mucho polvo en suspensión por todos lados y, por supuesto, no había luz, por lo que no pudimos darle mucha información, salvo que los edificios principales estaban en pie. Con la luz del amanecer pudimos ver con más claridad lo que había pasado. En lo personal, aprendí que siempre es bueno estar atento. Tener agua almacenada, una linterna, dinero en efectivo y otras cosas. Es de esperar que el próximo no pille a la gente desprevenida”.

“Me impactó lo frágil que es la moral humana”
Eduardo Aracena Cuellar, Secretario Docente.

“Me di cuenta que no estábamos preparados para enfrentar una catástrofe de esta naturaleza. El 2010 fue extremadamente difícil en cuanto a la labor docente y eso porque a la gente le ha costado reponerse, más aún cuando ha habido réplicas todo el año y una muy grande hace poco. Tener que ser un referente de seguridad y tranquilidad para los alumnos ha sido complejo para algunos profesores y se entiende. En lo personal, durante esos días me impactó lo frágil que es la moral humana. Ser testigo de los saqueos y de lo imperioso que era para algunas personas tener un plasma en la casa esos días, fue tremendo. También me choqueó mucho el hecho de que hasta ese día pensé que vivía en un lugar seguro, en un barrio cerrado y con controles, pero que a pesar de ello en cualquier minuto podía ser invadido por delincuentes las horas posteriores al terremoto. Pero también fui testigo de la solidaridad. Nuestra Casa Central de inmediato envió camiones con agua y víveres para los funcionarios, fue muy emocionante”.

“Necesitamos ser más empáticos, más solidarios con el dolor del otro”
Rosa Lizama López, encargada de titulados y egresados.

“Yo pasé el terremoto sola en mi casa y después me fui durante días con mis vecinos. Fue horrible, lo pasé muy mal, pero hay quienes sufrieron mucho más que yo y es necesario ayudarlos. Ahora, no puedo ser malagradecida, porque me di cuenta que lo que he sembrado en la universidad se retornó a través de los llamados de apoyo de los mismos alumnos. También tomé conciencia de que la vida se puede ir en un minuto. Es necesario que de ahora en adelante seamos más empáticos, más solidarios con el dolor del otro y discutir menos con las personas que queremos, porque no sabemos hasta cuándo estaremos en esta tierra. Mi fe, en ese sentido, ha sido fundamental para poder superar esta etapa que aún no se va. La herida todavía no cierra”.

“No me repongo de lo que vi”
Sergio Briceño Mucke, docente área Electrónica.

“Nos vinimos de Quillón apenas pudimos, porque mi principal preocupación eran mis hijos. Cuando supimos que estaban bien, fui, inocentemente, el domingo a primera hora, a buscar bencina para echar a andar un generador.  Cuando llegué a Colón, fui testigo del saqueo a un supermercado y de cómo la gente robaba bencina. Me dio  vergüenza el actuar de esas personas, porque se notaba que no era gente que le faltara. El desanimo en mi alma fue terrible y aún no me repongo de lo que vi en esos momentos. Había mucho oportunismo, gente que riendo se llevaba los asientos de las cajeras, otros que nos pedían llevarlos en la camioneta con todo lo que habían robado con un descaro impresionante. A pesar de todo, me regocijé al ver el apoyo entre los vecinos, entre familiares y entre completos desconocidos. Considero que la relación que se creó en esos círculos fue muy especial y dura hasta hoy, así como la relación que en los días más complejos se formó aquí en la universidad. Cuando vi que llegó apoyo desde Casa Central, me emocioné mucho y sentí que era parte de una comunidad que se preocupa por ti”.

“Lo que no te destruye, te hace más fuerte”
Arnaldo Álvarez Rodríguez, jefe de taller de Mecánica Automotriz.

“Gracias a Dios en mi casa no hubo daños mayores, pero fue fuerte tener que estar viniendo a la universidad en bicicleta, más de 30 kilómetros, durante todo el primer mes, y ver lo que costaba poner las cosas en pie para poder empezar el año. Pero lo que no te destruye, te hace más fuerte y tomé eso como un desafío personal. Gracias al señor el taller de Mecánica Automotriz no sufrió con el terremoto, pero aún así todos ayudamos a levantar la universidad. Como funcionario, fue tremendamente emocionante ver cómo desde Casa Central nos mandaron cosas para subsistir esos días; me sentí como hijo de una familia grande. En general, el terremoto me sirvió para ver que en condiciones límites se ve lo mejor y lo peor del ser humano. Personalmente, no conocía a mis vecinos, ahora sí y nos saludamos. Pero, por otro lado, fue increíble ver cómo otros se aprovecharon de la desgracia ajena para cometer delitos”.

“Fue un milagro que mi casa quedara en pie en Dichato”
Ana Pedreros Rubilar, docente área Química.

“Me estaba construyendo una casa en el balneario. Estaba con un grupo de amistades viendo el Festival de Viña y cuando terminó nos quedamos conversando hasta que se fueron. Nos íbamos a acostar cuando empieza el movimiento. Antes, vino un ruido muy fuerte y el terremoto fue impactante. Cuando paró, de inmediato bajamos al primer piso, nos subimos a la camioneta y nos fuimos a las lomas de Pingueral. Arrancamos instintivamente. Más tarde, sentíamos el ruido del mar arrasando con Dichato. Era una cosa que de sólo sentirlo te desesperabas. A las ocho de la mañana bajamos a pie y no dimos cuenta que el pueblo había desaparecido. Fuimos a la casa y me percaté que ahora teníamos vista al mar, porque todas las casas que estaban frente a la mía, ya no estaban. Fue una desolación enorme. Ahí te das cuenta que eres tan poca cosa ante la naturaleza que no sabes qué hacer.  Pero lo más terrible, fueron los saqueos. De los restos de casas, la gente sacaba bicicletas, licores, enseres de todo tipo…era incomprensible. A pesar de todo, le doy gracias a Dios de estar viva. Si no fuera por él, no sé qué pasa ese día conmigo y mi familia”.

{gallery}noticias/2011/febrero/terremoto/{/gallery}

No hay comentarios en esta noticia

Ingresa tu comentario

Valoramos su opinión siempre que esta sea emitida con respeto y responsabilidad. Nos reservamos el derecho a no publicar comentarios que resulten ofensivos o fuera del contexto de la noticia.

(*) Son datos necesario para enviar.

USM Transparente Universidad Acreditada 6 Años G9 Universidades Públicas No Estatales
Mecesup Reuna Universia Estudia en Valparaíso Agrupación de Universidades Regionales de Chile